El director Tom McGrath (Madagascar 2 y 3, Megamente) tomó el mundo y las taquillas por sorpresa allá por el 2017 cuando nos trajo esta cinta de animación, producida por DreamWorks, que contaba con Alec Baldwin en el rol protagónico… en el papel de un bebe. La cinta tuvo una cálida recepción entre el público (los números de la taquilla hablan por sí solos), y la narrativa nos hacia preguntar todo el tiempo que era real y que ocurría en la imaginación de los niños que la protagonizan. Esto la hacia disfrutable para los adultos, y su constante acción en pantalla y chistes eran del agrado de los más chicos. En la secuela tenemos de vuelta a McGrath detrás de cámaras y al elenco de la original repitiendo su papel (excepto Tobey Maguire, quien es sustituido por James Marsden como el Tim adulto).
Ahora Baby Corp. debe averiguar que planea el Dr. Armstrong, fundador de una nueva franquicia de escuelas que pregonan que la mejor etapa para el aprendizaje es desde la infancia temprana (básicamente, desde bebés). Hasta ahí todo bien, la cuestión es que en la misma premisa, nos deja en claro que la niñez tal como está concebida, es un problema. Y parte de la culpa, la tienen los padres.
Entonces, desde Baby Corp. toman cartas en el asunto asignando un agente al caso, que resulta ser la hija menor de Tim, ahora un adulto con su propia familia compuesta por su esposa Carol (Eva Longoria), su hija mayor Tabitha (Ariana Greenblatt) y la bebe Tina (Amy Sedaris). Tina cuenta de la misión a su padre, y le dice que además necesitan la ayuda del mejor agente que tuvo la compañía: Ted Templeton, el boss baby original que cuenta con su propia compañía millonaria. Cuando logra juntarlos, mediante una pócima los transforma en infantes para poder infiltrarse en las instalaciones del Dr. Armstrong, Tim como un niño de 8 años y a Ted como un bebe.
Luego de un par de plot twist, la trama termina de tomar forma casi a mitad de la película, donde el villano es una excusa para volver a hablarnos sobre los valores de la familia y la fraternidad. En ningún momento de la película se siente como que hubiera un real peligro o amenaza, lo que me parece uno de los puntos flojos de la cinta. Otra de las características negativas, es que echa por la borda este concepto de que las aventuras que viven los niños pueden o no estar en su imaginación, haciendo que todo pase de verdad en esta secuela.
Hablando de los puntos altos de la peli, puedo admitir que los chistes y el humor que maneja son muy efectivos. Sin revolucionar el mundo de la comedia, puedo decir que solté varias carcajadas desde mi butaca que el resto de la sala acompañó, por lo que es una garantía de diversión y buenos momentos. El trabajo de voces que hacen los actores es soberbio, destacando la genialidad de Jeff Goldblum como el Dr. Armstrong quien logra poner todo su carisma al servicio de un personaje que más que parecer temible, hace que lo quiera abrazar.
Un jefe en pañales 2 no va a ser la película de estas vacaciones (si nos ponemos estrictos), pero definitivamente es un gran ‘SI’ en cuanto a pasar un buen rato con toda la familia, con una cinta que resulta muy divertida en todo momento, y no se torna lenta nunca (ni siquiera en sus momentos más cursis).
NOTA FINAL: 7/10