Review The Devil Made Me Do It

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By planoamericano100

Cuidado con la tercera entrega de cualquier serie: incluso para algunas de las franquicias mejor concebidas y ejecutadas, es cuando las cosas empiezan a desmoronarse; es cuando las ideas se secan; es cuando los creadores, guionistas y directores se encuentran exhumando éxitos pasados ​​en un intento de mantener las cosas en marcha. El género es irrelevante. Es difícil nombrar más de un puñado de títulos en los que el número 3 sea una entrada digna. The Conjuring: The Devil Made Me Do It (El Conjuro: El Diablo me Obligó a Hacerlo) no contradice la tendencia. Durante el transcurso de los 112 minutos de desarrollo de la película, existe la sensación de que la premisa se está quedando sin energía y que, al menos en lo que respecta a estos personajes, lo mejor está en el pasado.

Aunque The Devil… es oficialmente el tercer largometraje de la franquicia, han habido cinco spin-offs, lo que eleva el total de a ocho, con una clara diferencia de calidad entre las películas principales, The Conjuring y The Conjuring 2, y las protagonizadas por Annabelle, The Nun y The Curse of La Llorona. The Devil… pone esta nueva historia de los Warren más en línea con las cintas de segundo nivel de este universo compartido. Es una película de terror que cumple, brinda la atmósfera necesaria y algún que otro sobresalto. Sin embargo, como último capítulo de lo que ahora es una trilogía, es una decepción.

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     Al igual que con The Conjuring y su primera secuela, The Devil… lleva la etiqueta “basada en una historia real”. Dado que los realizadores están más interesados ​​en elaborar un relato con objetos que se mueven solos por la noche que en hacer un documental, no debería  sorprendernos que se hayan tomado considerables libertades con los hechos del caso.  

     Extraída de los archivos de los investigadores Ed y Lorraine Warren, esta historia ocurre en 1981 y se centra en el juicio por asesinato de Arne Cheyenne Johnson (Ruairi O’Connor), cuya defensa se basa en que él es “inocente por medios de posesión demoníaca“. Los Warren, que están presentes en el momento en que ocurre la posesión, se encargan de aportar datos a la investigación para ser presentados en la corte. Ed, recuperándose de un ataque cardíaco, tiene limitaciones en lo que puede hacer, por lo que Lorraine toma la iniciativa y la pareja depende en gran medida de sus habilidades como clarividente.

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    The Devil… inicia con un prólogo y un primer acto digno de sus predecesoras. El exorcismo de David Glatzel (Julian Hilliard), de 8 años, rinde homenaje a El Exorcista en varios de sus detalles, incluida la imagen de apertura de un hombre acercándose a una casa. Este segmento es inquietante y efectivo, nos presenta un mal poderoso y nos muestra que, a pesar de todo su conocimiento y experiencia, Ed y Lorraine son vulnerables. El exorcismo parece tener éxito, pero la pausa posterior a la posesión no dura: pronto se hace evidente que el demonio ha pasado de David a Arne y resurge para cometer un asesinato en una escena llena de sangre en la que suena la canción de Blondie “Call Me”.

     Al abandonar el escenario de la casa embrujada de las dos primeras películas, un enfoque que nos mantuvo en un clima claustrofóbico logrando amplificar el horror, The Devil… se sale de control, dividiendo a los personajes principales y enviándolos en persecuciones y tramas secundarias que debilitan la historia central. El verdadero villano es decepcionante y la confrontación final es tímida y predecible. Dejando de lado el exorcismo del prólogo, hay pocas cosas en la película que puedan considerarse aterradoras.  

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    Uno de los placeres de la saga principal, un elemento que no se encuentra en ninguno de los spin-offs, es la química entre los actores Patrick Wilson y Vera Farmiga. El cariño y compañerismo de Ed y Lorraine se refleja en las actuaciones y, además de exhibir un vínculo emocional genuino, los personajes irradian competencia en su profesión. Pero el abuso de flashbacks cursis para enfatizar la profundidad del amor mutuo de Ed y Lorraine, a esta altura, es innecesario y aburrido. 

    Aunque tanto Wilson como Farmiga han regresado a la serie, hay cambios significativos detrás de la cámara que pueden haber tenido algo que ver con la disminución de la calidad. James Wan, arquitecto de esta franquicia, renunció a favor de su sucesor (elegido por él mismo) Michael Chaves, quien había dirigido el spin-off The Curse of La Llorona, una película bastante mediocre. Si bien Chaves muestra habilidad para desarrollar un tono siniestro, está menos seguro cuando se trata de mantener el suspenso. Cualquiera que sea la causa, la magia que se disfrutaba en las películas de The Conjuring no se ha materializado para este viaje hacia lo sobrenatural.


PUNTAJE: 6/10

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