Pequeña Flor es una adaptación de la novela homónima del escritor argentino Iosi Havilio. La película esta dirigida por Santiago Mitre, quien ha ganado popularidad como director con su ópera prima El Estudiante (2011) y más adelante con sus largometrajes de tintes políticos como La Patota (2015) y La Cordillera (2017). Es uno de los cineastas argentinos más relevantes de la actualidad. En esta oportunidad trae a la pantalla algo distinto al cine que acostumbra, en una co-producción argentina con Francia, Bélgica y España. El film abrió con su premier mundial el Festival de Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).
Para Pequeña Flor, Mitre nos traslada a una pequeña ciudad de Francia para conocer la historia de José (Daniel Hendler) y Lucie (Vimala Pons). Él es un dibujante que se mudó desde Rosario, para hacer su vida junto a su esposa, quien acaba de dar a luz a su hija Antonia. José creó un divertido personaje de historieta cómica que lo ayudó a conseguir un contrato con una empresa francesa. Pero al cabo de tres meses es despedido a raíz de un incendio en la fábrica, y como consecuencia, a Lucie no le queda más remedio que aceptar reintegrarse en su antiguo trabajo en el diario local. Pero ahora es él quien debe quedarse en casa cuidando de la pequeña bebé.
Inmerso en el arduo desafío de ser papá, José comienza a entablar una relación más estrecha con su hija, mientras explora algunos otros placeres que quedaron en segundo plano por su trabajo. Una tarde normal en su rutinaria vida, se dispone a plantar un árbol en su jardín, pero al no encontrar una pala entre sus herramientas, decide tocar el timbre de su vecino para pedirle una prestada. Del otro lado de la puerta lo recibe Jean-Claude (Melvil Poupaud), un adinerado con gustos excéntricos y una pasión alocada por el jazz. Lo invita a pasar, pero lejos de facilitarle la herramienta en primera instancia, comienza a entablar una conversación con la que José se siente incómodo. Después de una extensa charla, con un acento capaz de irritar a cualquier ser humano, aún más a un argentino obstinado, el vecino le entrega la pala. Pero no sin antes seguir aumentando la rabia de José, quien, al poder agarrar finalmente el mango de la herramienta en una especie de movimiento por inercia, termina por incrustar el filo de la pala en el cuello del francés.
En un abrir y cerrar de ojos José se encontraba enterrando el cuerpo de su vecino y lavando sus prendas llenas de sangre. Preocupado por lo acontecido, pero sin perder la calma, decide continuar con su rutina hasta que algún policía venga a llevárselo detenido. Pero lejos de que esto ocurra, al día siguiente, José se encuentra a la salida de su casa con su vecino más vivo que nunca. Jean-Claude lo saluda animado y de hecho lo invita a que pase de nuevo por su casa para retomar la charla vino de por medio. Atónito por lo que acababa de ver, José decide aceptar. Y sin darse cuenta, quedaría inmerso en loop donde él podría asesinar a su vecino cuantas veces quisiera y de las formas que se le ocurran, mientras de fondo suena Petit Fleur del jazzista Sidney Bechet.
En esta película podemos ver tres historias diferentes que van sucediendo independientemente una de la otra. Son tramas que parecen no tener relación hasta el final de la obra. Por un lado, José y su extraño pasatiempo. Luego está Lucie, quien tiene nuevas amistades desde que ingresó a una terapia grupal con una especie de gurú de la psicología, donde descubre un lado oscuro de su personalidad que la aleja de su esposo y su hija. Y, por último, el agujero que se va generando en la relación matrimonial, que termina por sabotearse en absoluto.
El desarrollo de los personajes principales es contiguo, y permite a lo largo de la película ir conociendo un poco más sobre la personalidad de cada uno. José es un hombre predecible y rutinario. Lucie es más atrevida y espontánea. Esa discordancia entre ambos hace que lleguen al choque de manera indefectible. La necedad de él, que se niega a aprender a hablar francés, no mejora la situación en absoluto. Cuando Lucie determina que ella es la única conexión de José con el mundo, culmina en un sentimiento de encierro y limitación a su libertad. Todo este conflicto en crecida, termina por arruinar el vínculo. ¿Qué pueden hacer ellos ahora para restablecerlo?
El guion es sólido y la trama, aunque sea disparatada, no pierde la coherencia, dentro de los parámetros del género. Es sin dudas una comedia negra, que roza lo espiritual y lo fantástico, abordando la concepción de rutina matrimonial desde el punto de vista más estrafalario. La narrativa deja al espectador atrapado en una maraña única, con obscenidades y explosiones gore, que mantienen expectante en todo momento. Pero todo este encandilamiento visual, no es más que una especie de distracción. La película se enfoca en elementos superficiales sin discutir los detalles que están ocultos. El significado más profundo de la historia no es evidente, pero sin dudas brilla de manera tácita. Haciendo que el final de la obra pueda conectarse con el verdadero objeto de deseo de los protagonistas, logrando dar soporte a toda la historia.
La película transcurre en Francia y, por ende, la mayoría de los diálogos son en francés. Esto no es un impedimento en absoluto para el entendimiento de los hechos, e incluso le aporta una sensación de estar viendo, sin discusión alguna, cine de culto. La fonética de Vimala Pons hablando español y de Daniel Hendler intentando hablar en francés, hacen que el contenido sea aún más entretenido, utilizando el recurso del extranjero con poco vocablo, como algo divertido de por sí. No obstante, es oportuno aclarar que el film no pierde el sello característico del cine argentino, a pesar de ser una producción multicultural.
El montaje del film es de lo más destacable. El tiempo de post-producción con el que contaron fue extenso, ya que la película terminó el rodaje antes de la pandemia y tuvieron casi dos años para realizar la cantidad de cambios que necesitaron a la hora de montar y editar. Haciendo también que la narrativa alcance un rango exótico que deleita desde lo visual hasta lo sonoro, de una manera gratificante. La voz en off de Melvil Poupad, relatando los hechos, es sin dudas un condimento esencial a la hora de generar un clima tragicómico. Es una obra muy entretenida donde los hechos suceden de forma continua y en cascada. Pequeña Flor resulta una película excesiva, provocadora e intimidante. Un acertado riesgo por parte del director, que logró hacer reír sin perder su sofisticado nivel.
Puntaje: 8/10